Gracias por todo... |
Roberto Camacho Ortega fue un hombre de bien. No tuvo riquezas, tuvo que batallar para sacar adelante a su numerosa familia. Vivió gran parte de su vida en Mesillas, Concordia, un pequeño pueblo al sur de Mazatlán, en el estado de Sinaloa.
Puedo decir que tuve la fortuna de convivir con el durante los 35 años que tengo de vida. En algunos años la convivencia se incrementaba, pues los viajes eran frecuentes al menos una o dos veces al año. En los últimos años no nos vimos tanto, pero siempre había una llamada, una felicitación por su cumpleaños y/o Día del Padre. Me daba alegría escucharlo cada 26 de noviembre, ya que ambos marcaban para felicitarme -esa felicitación era la onda-.
No era un hombre de muchas palabras, pero su voz se hacía sentir cuando las decía. Su voz ronca, su sonrisa sincera, las pláticas de música (tocaba la guitarra) y una conexión especial con una canción que me gusta mucho son varios de los recuerdos que me llevo de el.
Me pesa mucho no haberlo visto en este último año, a pesar de tener ya planeado un viaje al pueblo. No pudo ser, pero su partida me da un motivo para buscar un reto personal.
No quise escribir esta despedida a los pocos días de que se fuera, pues esto habría sido un total sinsentido. No entro en más detalles por respeto a mi familia (a los que llevo cerca), y simplemente agradezco la oportunidad de haberlo conocido, y con conocerlo me refiero a haber pasado tiempo con el, escuchado sus historias, reído con el.
Gracias por todo, abuelo. Te vas en paz, y no dudes nunca cuanto te quisimos.
PD. Va por ti.
Q.E.P.D.
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