Tan contento el muchacho...a ver cuanto le dura |
Una auténtica bomba de tiempo es lo que acaba de llegar a
Guadalajara. Después del enésimo cambio de técnico bajo la administración de
Jorge Vergara, la nueva apuesta tiene como protagonista a un entrenador para el
que sus pupilos juegan muy bien, pero a la hora de los resultados no sucede lo
mismo.
Ricardo Antonio Lavolpe, poseedor de un carisma inigualable,
llega al Rebaño quizá con el fin de aprovechar la última oportunidad de dirigir
a un grande en México. Hay que irse atrás en el tiempo ocho años para recordar
el que sería su último gran logro: el mundial de Alemania. Ahí dejó una buena
imagen tras plantear una estrategia inteligente contra un cuadro evidentemente
superior, pero el resultado final –como en la mayoría de su trayectoria- no fue
satisfactorio. Ha pasado ya por cinco equipos y un combinado nacional, y al
parecer el librito del buen fútbol lo olvidó en Leipzig tras caer con sus
paisanos aquél ya lejano 24 de junio de 2006.
Pero como dice la canción “Olvida lo pasado, ya no te
acuerdes de aquel ayer”. El presente de Lavolpe no es nada prometedor,
basta recordar sus cruces de
declaraciones con jugadores que estarán a su mando, como Néstor Vidrio y Aldo
De Nigris –a quien poco le faltó para llamarle “tronco”-. Llega a un equipo que
no respeta procesos, con un dueño que cambia de idea como de calzoncillos
(porque calcetines no utiliza), y donde la demagogia de jugar bonito no les va
a resultar si no los saca del problema porcentual al que se enfrentarán el
próximo torneo. Vaya, el que Vergara y el “Bigotón” estén en el mismo equipo,
es como juntar al hambre con las ganas de comer.
Nada en contra del argentino, pero creo que la afición de
Guadalajara merece algo más que jugar bonito y descender. Lavolpe ya sabe lo
que es dirigir a esta institución, donde ya fracasó rotundamente, y en esta
ocasión tendrá que demostrar su habilidad bajo presión. Aquí no va a valer
jugar bonito, o que por arte de magia a algún canterano de Chivas se lo lleve el
PSV Eindhoven. Aquí tampoco podrá decir
que dejó armado al equipo para que otro lo hiciera campeón, tendrá que
responder de inmediato pues la afición que hoy lo recibe no está como para
aguantar más sermones y castillos en el aire. Que se dedique a la cancha, a
trabajar con respeto a su equipo y su profesión. Que deje atrás los aires de
grandeza que con títulos por doquier se ha ganado, y muestre que este equipo de
Vergara no será más un escalón para los otros diecisiete.
Lavolpe está sentado en un polvorín. Esperemos que por el
bien del Guadalajara, todos los frutos que “siempre” deja en los equipos por
los que pasa no los tengan que cosechar en el Ascenso MX, como está a punto de
hacerlo el Atlante, el último club al que dirigió.
La frase de la semana
“Tuvimos la posesión el 99 por ciento del tiempo, pero en el
tres por ciento restante fue donde perdimos el partido”. Ruud Gullit, maestro
en aritmética.
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