jueves, 22 de mayo de 2014

Siete años

Siete ya..como los pecados

No, ahora no vamos a hablar del Panini o de algo que coleccione. El pasado día 19, en conmemoración del afamado "Dia del Mercadólogo", me puse a reparar en una situación no ajena al tiempo: Han pasado siete años ya desde que me gradué.

¡MADRES! Fue lo primero que pensé. Después me vinieron a la mente los compas y damas con los que me gradué -porque con los que iniciamos básicamente acabaron ANTES-, a cuántos veo aún, si se han casado, si salieron del clóset, si antes le iban al América y ahora son Pumas desde la cuna, y aquellos que su vida, sus publicaciones y sus tweets me importan tres hectáreas de v...digo, de chistorra. ¡Cómo pasa el tiempo, me cae!

Una vez que me acabé a todos los que salieron conmigo de esa chulada de escuela denominada Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, Campus Ciudad de México (deberían haberme dado puntos extra por gastar tanta chingada tinta en poner nada más el nombre DE LA ESCUELA, carajo!), creo que es momento de hacer un breve recuento de qué carajos sucedió conmigo en estos ya siete años.

Personalmente, mis relaciones con gente que tengo alrededor han mejorado. Mis compas son auténticos, nadie está por compromiso u obligación -y si lo están, pobrecitos, nadie se los está pidiendo- y sobre todo, hemos aprendido algo de cada uno. Ya más en corto, varias personalidades han tenido el infortunio de andar con un tipo no precisamente cuerdo, pero de buenas intenciones. A todas les agradezco el empeño, y más a la que en este momento ocupa mis pensamientos, eres una santa, me cae.

En cuestión laboral no me quejo. Casi saliendo encontré trabajo en algo que no tiene un carajo que ver con mi licenciatura, pero me apasionaba -y siendo sinceros, aún es así-. Un año sabático siguió a la salida de esa H. Institución, para después enrolarme en algo más parecido a lo que estudié. Fueron seis meses de mucho aprendizaje, que finalizaron con mi salida e inmediata contratación como coordinador de merca. Un año más trabajando, para finalmente llegar al lugar donde me encuentro. No me quejo en absoluto, es más, agradezco a todas estas empresas la oportunidad de aprender, aún cuando no haya finalizado de la mejor manera mi vínculo laboral con ellos. Hay que ser agradecido y no tirarle cagada a la mano que alguna vez te dio de comer. Si, en algún momento lo hice, y hoy rectifico esa postura.

Dos sobrinos, familia unida, con posesiones que deseé durante años. Tal vez sea la nostalgia del día o la necesidad de reactivar el blog, pero era algo que no podía dejar pasar. Hay que agradecer que seguimos acá para contar esta historia.

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