Un gol así no se ve todos los días. Los que estuvieron en el
estadio podrán decirle a su descendencia “yo estuve ahí”, mientras que los que
lo vimos por televisión recordaremos la reacción que tuvimos al ver el balón
estremecer las redes, o la sarta de incoherencias que soltamos vía Twitter. Un
gol así no debe olvidarse, ni por lo que significa y mucho menos por lo que
demostró.
¿Qué significa? Mantener la ilusión de un pueblo al que no
le importa tanto la reforma hacendaria, pero que está al borde del colapso
porque la Selección no va al Mundial. Señala las carencias de un equipo que
tiene mucha calidad, pero que este año ha sido perezoso para mostrarla.
Enaltece el factor suerte, ese que muchas veces le ha dado la espalda al que
es, por mucho y le pese a quien le pese, el referente deportivo de México.
Finalmente, significa coronar el esfuerzo de una juventud que viene pisando con
todo, que no se acobarda y está dispuesta a intentar algo distinto. Eso hay que
aplaudirlo hoy y siempre, en todos los ámbitos.
¿Y qué demostró? Demostró que los comentaristas también
tienen memoria corta. Los que se desgarraban el cogote, gritaban “no mames” al
aire, se hacían los bufones con frases como “me paro de pie” y demás perlas,
posteriormente criticaban el accionar del equipo mexicano, el cual ya no tenía
que “ganar como fuera”. Demostró que no solo en la televisora “oficial” hay
paleros, que los expertos analistas que suben videos a Instagram –mal hechos
por cierto- si se pueden emocionar por ir a un entrenamiento del Tri, pero son
los más ácidos para criticar las formas de obtener tres puntos vitales. Si,
antes del juego había que ganar de la forma que fuera, pero después de 90
minutos, volvíamos a ser el asco de siempre.
El Mundial para México pasa por Costa Rica, y tal vez por
Nueva Zelanda. El destino de la Selección no depende de su partido, tras los
pésimos resultados obtenidos y tendrán una cita con la historia, sea cual sea
el resultado. Como aficionados hay que ser pacientes, no enojarse, y de ser
posible, ignorar a los que no entienden su afición. Si ellos no quieren apoyar o no les importa, ADELANTE, pero que nos dejen a nosotros con nuestra locura.
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