jueves, 30 de enero de 2014

Convivencia con Juan Topo

El día de hoy les traigo un tema cultural, algo que de plano va a cambiar el curso de sus vidas. No les hablaré de términos y definiciones payasas que a nadie le importa leer -y mucho menos en un blog-, les voy a compartir un poco más de esa bonita experiencia que es correr, pero ahora acompañado de un compa que tristemente se unió al trayecto.

En esta semana retomé el paso, después de tirarme a la hueva en diciembre y en alguna de enero -la  anterior, para ser exactos- . Llegando a la casa de ustedes, amables lectores, fui recibido por mis tres feroces bestias. El más grande me saludaba harto amablemente(más que de costumbre) se pegaba a mi pierna-no sexualmente, cabe aclarar-, y después de un rato, nada más no se iba. Al ver que no dejaba de olfatear mi pie derecho y los lugares donde había pisado mis sospechas se volvieron realidad: Juan Topo me acompañaba en los tenis...o lo que es lo mismo, pisé una calabaza de can.

Quitar el topo de los tenis me provoca la misma alegría que recibir una patada en el niés. Como los cacles que uno usa para correr tienen tres mil ochocientos hoyitos en las suelas, quitarlo se vuelve una tarea titánica, en la cual invariablemente te acabas embarrando de miércoles. Obviamente el problema viene por la falta de civismo que tiene la gente, dejando el desecho de su perro -o el cerebro del dueño, según estudios- regado en el pavimento.

Y bueno, ustedes se preguntarán "¿Por qué no te fijas donde vas corriendo, para que no la pises y te dejes de quejar?" Sencillamente ES IMPOSIBLE. Uno que prefiere correr al aire libre debe irse fijando en varios factores, como por ejemplo:

1. El tránsito. Nunca falta el animal que se mete en sentido contrario y te va pitando, o aquél que pasa como bólido en triple fila -donde uno corre- cuando solo caben dos coches. Aunque correr en la madrugada disminuye este factor, conforme pasa el tiempo y los kilómetros recorridos la cantidad de autos aumenta y el riesgo de una mentada por andar trotando se incrementa. Uno debe ir a las vivas para regresar el saludo o recetarles una Britneyseñal como Don Gabo

Eso mi Gabo, tu si te la you know

2. El pavimento. Los que corren o hemos asistido a carreras me darán la razón. Además de ir cuidando el paso, el ritmo, los otros corredores y hasta la música, correr en la Ciudad de México es casi deporte extremo debido a los baches y/o errores topográficos que se encuentran en TODA la ciudad. Ir corriendo y de repente encontrar un agujero del tamaño de tu zapato puede generar hasta que te rompas el pie, por lo que ir viendo más allá de donde va uno pisando es indispensable.

3. Otros paseantes. Obvio, que vayas corriendo y te topes con algún guey que no la debe te va a generar odio -y si te caes, el pinche oso de levantarte-. Aguados.

Dicho lo anterior, el problema no radica en que saques a pasear a tu perro. Está chido porque el hace ejercicio, tu lo acompañas, se cuidan, no le anda arrimando el mueble a otros canes y/o personas, algunos hasta lo usan para ligar -dicen- y sobre todo hace sus necesidades. El pedo está en que RECOJAS. Así como hay entrenamiento para los canes con el fin de que se sienten, hagan el muertito, den la patita y demás monadas, al dueño le deberían enseñar que hay que sacarlo con correa, hay que llevar bolsas para recoger a Juan Topo, ir atento y no pajareando en el celular y demás cosas que POR SENTIDO COMÚN deberían hacer. Ahora, que si de plano no entienden los dueños, habrá que enseñarle también al cuadrúpedo a recoger...
Si cruzan por los puentes mientras la gente se avienta
al tráfico, esto no me extrañaría ni un poco.

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