Ya le calló la boca a muchos. Clasificó a una selección
prácticamente desahuciada. Es el hombre del momento en México y el mundo, sin
contar que planchó a Paul Aguilar mientras festejaba un gol. A Miguel Herrera
se le puede odiar o amar, pero jamás va a pasar desapercibido.
Hoy se ha metido en el inconsciente colectivo por sus
festejos, por el buen trabajo que ha realizado con la selección, y a diferencia
de otros entrenadores que quizá contaban con más blasones, se ha erguido como
un auténtico líder. Es capaz de tomar las decisiones adecuadas en el momento
preciso, y se hace responsable de las mismas, sin miedo, como debe de ser. Basado
en esa mentalidad de ir hacia el frente, de tomar al toro por los cuernos, y
sabiéndose inferior motiva al jugador para sacarle jugo al jugador más
despreciado. Lo hizo en América y hoy lo hace con el Tricolor.
Ese es Miguel
Herrera, que no se esconde detrás de una gorra previo a un partido importante,
que no recurre al feng shui o corbatas de dragón –mucho menos a podólogas-, él busca
por todos los medios motivar a sus jugadores, los hace competir entre ellos
para ser mejores, hace de papá y de psicólogo. Esta selección tiene algo
distinto, ese as bajo la manga es su técnico.
Independientemente del resultado el domingo, la selección ya
ganó ante el mundo. Ha ganado un técnico capaz de llevar el proceso para Rusia
2018, ha recuperado el respeto de la CONCACAF –misma que ya no puede ser
considerada la peor del mundo- , y ha mostrado que no es necesario ser un
filósofo del fútbol para imbuirle enjundia a sus dirigidos. Miguel Herrera es
uno más de su equipo, festeja como aficionado, y ojalá sea recompensado con el
quinto partido.
Pero que quede claro, el triunfo de la selección el domingo
–de conseguirse- será mérito ÚNICAMENTE del “Piojo” y sus jugadores. Que no se
suban al tren los federativos, ni las televisoras. Los federativos ni cara
deberían tener para colgarse, pues gracias a su “atinado” dirigir, México casi
se queda sin Mundial. Las televisoras menos, pues gracias a ellas el aficionado
tiene la idea que calificar en CONCACAF siempre debe ser un paseo por las nubes.
Hay que trabajar seriamente para esperar buenos resultados, y hoy Miguel
Herrera, con un trabajo de “bombero”, entregó mejores cuentas que muchos. Sí,
es MUY bueno ser un “Piojo”.
La frase de la semana
Predrag Spasic: “Me gusta soplarle a los delanteros en la
nuca”. Pensándolo bien, no es tan malo…a algunos les gusta morder a los
defensas.
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