lunes, 15 de diciembre de 2014

DOCE

Doce veces, aunque les sangre la boca...


América es un equipo distinto, para la mayoría no es posible entender su grandeza. Muchos la confunden con arrogancia, y los "happy few" que damos todo por verlo campeón disfrutamos en demasía que se hable de ellos, bien o mal. A mi me divierte mucho ver como se enojan, me divierten sus teorías de la conspiración. Me encanta irle al malo de la película, al son of a bitch. Me queda claro que no todos lo pueden disfrutar, porque no todos entienden de que va este equipo. Vaya, si un técnico acaba de conseguir un título y se quedó sin trabajo. Las formas importan y no es broma.

Ahora no hubo goles del arquero a segundos del final. Mucho menos penales dramáticos cobrados por aquel que fuera vituperado por varios -myself included-. La historia de este título no fue ni por mucho igual de épica que la anterior, pero si fue ampliamente gozada por este servidor, y en esta oportunidad no hubo necesidad de salirse del estadio y regresar corriendo por mi falta de fe. Hoy que el equipo dueño de mis quincenas es campeón, se convierte en el más ganador de México y nos deja nuevamente en boca de todos, por lo ocurrido dentro y fuera de la cancha.

He de decir que esta liguilla estuvo bastante charra. En conjunto con el torneo regular, no fue precisamente el mejor espectáculo sobre la faz de la tierra, pero como dice un compa, le dio de comer al anti americanismo, ese que se vanagloria cuando el equipo anda mal, que inventa conspiraciones para desdeñar sus títulos, y que hoy solo puede estar calladito y reconocer que no hubo alguien mejor que los de Coapa. Hoy todos esos que se llenan la boquita hablando sandeces cada semana no tienen nada que decir, porque corren el riesgo de sonar más ardidos que nunca.

¿Su argumento más recurrido? El arbitraje. Ninguna decisión fue directo al marcador, pero no por eso sobra la gente que habla de una conspiración. ¿Es neta? Por citar un ejemplo, la primer expulsión del partido fue muy parecida a otra que decretó el mismo árbitro en la final que el Ave le ganó al Azul.  Un jugador que conducía a toda velocidad el esférico por el centro es jaloneado, cuando solo le quedaba un jugador por vencer. Roja directa y a la shit en ambos casos. Como la primera fue en contra del América estuvo bien marcada, pero como la segunda fue a favor del hoy Campeón, entonces todo es culpa de Televisa y regresamos a los lugares comunes que le encantan a los descerebrados. Hoy ni siquiera ese barato argumento sirve para demeritar que el club de mis amores es el primero en alcanzar doce títulos, y eso, la verdad, no tiene precio.

Uno de mis ídolos de la adolescencia fue Antonio Mohamed. El regordete creativo de Toros Neza me parecía un jugador eléctrico, uno de esos que hacía se te pusieran los pelos de punta. Era desgarbado, panzón, atípico, con el cabello pintado de semáforo. Era un deleite verlo jugar, y hoy después de muchos años, puedo admitir que ante la sequía de trofeos de mi Ame estuve a nada de cambiar de equipo. Cuando el dejó a ese club y se acabó la magia en la cancha, se me quitaron las ganas de irle al conjunto de Nezayorkóyotl. Ayer que se confirmó su partida del club de mis amores, se me quitaron las ganas de volverlo a ver, y no porque sea malagradecido, sino porque sus formas de declarar me parecen un poco de niño llorón. Esperaría más de alguien que perdió a su hijo en un accidente durante un Mundial, vaya, que tuviera más huevos y no llorara en todos los canales porque no le quisieron renovar contrato.  Se le agradecerá el título, como a otros más, pero hasta ahí.

De lo acontecido en el Azteca ayer simplemente queda rescatar algunas situaciones. El apoyo de la gente, que no cesó durante los 90 minutos -más los otros 40 que estuvimos ahí tomando video y selfies-,  queda rescatar el gol de Michael Arroyo, que todo el año las intentó así y las mandaba a la fila 70 de la tribuna. Queda rescatar también el gol de Pablito Aguilar, con una curvatura perfecta tras un centro de mi muchacho Rubens. No puedo olvidar el tanto que aseguraba el título, obra de Oribe Peralta, que ha empezado a sufrir lo que muchos más cuando se pone la playera amarilla. Ya lo odian y lo tachan de mamerto, cuando no han tenido la fortuna de tratarlo en persona. Eso y la convivencia con ilustres desconocidos y con mis héroes particulares. Queda la sonrisa de mi padre, que ha visto los doce campeonatos del equipo. Queda el saberte el mejor, diga lo que diga el resto. Así culmina una noche que nos puso en lo más alto, de donde nunca debimos haber bajado.

Por cierto...no había reparado en que he dicho que este ha sido uno de los años más maravillosos de mi breve existencia. Que mejor manera de cerrarlo con una alegría así. Enough said.

1 comentario:

  1. Anónimo12/29/2014

    [D]emostrado esta que tienes un cambio
    [O]tro post y se nota de verdad te lo digo
    [C]reo que seras mucho mejor el proximo año
    [E]h me desvie, el doce es por AMERICA CAMPEON!! Si Señor.

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