martes, 10 de noviembre de 2015

21K...otra vez

Hoy hace exactamente 365 días corrí mi primer medio maratón. Fue una experiencia desgastante, aterradoramente fuerte, adictiva, complicada, y que me hizo cuestionar mi fuerza de voluntad. Pero, del lado bueno, me hizo retarme a mi mismo, con el afán de volver al mismo lugar a dejar el pulmón -y algo más- en el cemento hidráulico de Acapulco.

El previo

De entrada, la preparación fue distinta. No corrí tantas veces como se podría haber esperado -incluso corrí mucho menos que para el primer medio maratón del año-, sobre todo por factores extra cancha (es decir, ajenos a mi persona). Una vez sorteados esos temas, planificamos con una banda de personajes bastante peculiar el asalto al puerto, todo con el fin de realizar las siguientes actividades de jueves a domingo:

1. Viajar
2. Volarnos la tapa de los sesos
3. Crudear
4. Reposar antes de la carrera
5. Ir por el kit
6. Rogar a Dios que no me diera insomnio
7. Correr
8. Reposar
9. Partir de vuelta.

Siendo sincero, y por motivos que aquí no vale la pena mencionar, no esperaba añadir un décimo: una boda EL DÍA PREVIO a la carrera. Normalmente un wedding crasher profesional, en esta ocasión se casaban dos queridos amigos, y aunque fuera complicado ver como el resto de los asistentes diluían sus cuerpos en alcohol, no podía dejar de estar ahí. Así que, entre el 5 y el 6 añadimos la asistencia al "bodoque", y esperamos que la cordura fuera parte de mi al menos unas seis horas. Después de una cerveza y como 17 cocas light -maldito calor- podemos decir "prueba superada".

RACE DAY BABY!

A ritmo de "Human" abrimos los ojos. Tras engullir un par de barras de granola y apagar las dos alarmas restantes, un regaderazo y a vestirse. Todos los presentes estaban ya alistándose para fungir como porra, sin importar si estaban crudos, cortados, malcomidos o si les llamaba la atención ir a ver una carrera tanto como ver secar pintura fresca. 

Eso es algo que, después de los últimos meses, valoro y valoraré eternamente. Hubo gente que desinteresadamente se preocupó por mi, que estuvo ahí. Sabía que había otros atentos a mi desempeño, como mi hermana y mi sobrina, a la que le entregaré mi medalla, pero el hecho de que ellos estuvieran ahí simplemente era una ENORME motivación para llegar. A ellos, mi agradecimiento eterno.

Llegamos rayando, no tanto por mala planificación, sino porque la carrera empezó antes de lo previsto. Apenas hubo ocasión de calentar, y agregando a eso que el chingado insomnio se hizo presente de nuevo -ver aquí para mayor referencia- pues sentía que en algún momento de la vida iba a a bajar la velocidad como el año pasado. Si, la bajamos, pero no al extremo. Afortunadamente, el plan de carrera consistía en hacer intervalos, pero en esta ocasión eran más largos, y por ello más productivos. 

Así llegamos a los 10 kilómetros, sin problemas, un poco arriba del tiempo esperado, pero bien. De repente, me sentía tan bien que andaba yo corriendo y cantando "Disco 2000", mientras el paso aumentaba. Al ver pasar a unos amigos que ya habían dado la vuelta, caí en cuenta que faltaba un poquito más de una tercera parte para concluir, así que...a chingarle.

Un "Gu" después, y tras dar la vuelta, ya traía pila suficiente para acabar. Le fuimos midiendo, subíamos y bajábamos el ritmo, tomábamos agua -nunca en la vida me había hidratado tanto en una carrera-y los resultados me parecían buenos. Había dolor en los pies, sobre todo el derecho, pero mi power playlist y la esperanza de ver a mi banda de nuevo me alentaron a no aflojar. Así pasamos el 16, el 17 -con todo y subida-, el 18, el 19 (al cual, para variar no le pude tomar foto) y volvíamos a ver cerca la orilla. 

Faltaban dos kilómetros, en el teléfono sonaba nada menos que el ST de Rocky (así me veía yo en algún momento, babeando y gritando "YO Eidrieeeen"!) y justo llegando al 20 sonó Stand By Me...neta? ¿Otra vez finalizando un medio con esa rola? Solo segundos nos separaron de ello, pues "Beautiful People" fue la ganadora. El tiempo fue mejor, la sensación de satisfacción con todo y grito de guerra al cruzar la meta fue simplemente indescriptible. Una vez más, como siempre desde hace 2 años, en noviembre cumplía mi meta. 

El año pasado no tenía ni aliento para sonreír...

Sinceramente, fue un fin de semana lleno de emociones. No sé como explicar la calma que me dio ir a beber el jueves, arreglar pendientes en esa misma madrugada, convivir sanamente el viernes, ver a mi gente realizada y feliz el sábado, y finalmente tener la posibilidad de cumplir mi reto. La verdad, las ampollas, la sangre en los dedos, el sacrificio de no beber y tener la posibilidad de vivir para contarlo, ha valido mil y un veces la pena. Tal vez este año "runner" haya concluido, tal vez no. Lo que si sé es que el próximo año otro asfalto me espera, nuevos retos, nuevas rutas. Teniendo gente tan valiosa como la que estuvo siempre pendiente, se puede todo. Hoy, reitero que Acapulco es nuestro, como carajos no.

Un millón de gracias. Las siete medallas de este año son para ustedes.

Y como ya es costumbre, les dejo la rola para que la canten conmigo, por ahí del kilómetro 10.



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